martes, 1 de diciembre de 2015

Presentación

Agotada, rendida, desesperada, frustrada, enfadada, preocupada, aburrida. Creo que no hay adjetivos suficientes para calificar mi estado anímico cada vez que compruebo que alguien no sabe escribir correctamente una tilde, o dónde va una g o una j, o en qué lugar va la h intercalada... Cada vez que me descubro que solamente se puede conversar con razonamiento con la gente de mi entorno sobre ropa, videojuegos o películas. O cada vez que veo que la gente no sabe el significado de palabras tan sencillas como "obtuso", "incontinencia" o "maleficio".

Harta de esta situación, decidí buscar la fuente de tanta incultura. No tardé mucho en hallarla, solo me hizo falta preguntar: "¿cuál es tu libro favorito?" El simple hecho de que las respuestas fueran tipo "solo leo revistas", "por decir algo, Don Quijote de la Mancha" o "yo no leo" consiguieron hacerme llorar.

¿Qué tienen de malo los libros?

"Prefiero una película" = "prefiero no pensar"

¿Será que la gente (sobre todo la juventud, que es de quien yo me rodeo) no sabe imaginar?

Como resultado de una dura investigación (que no me llevó más de dos minutos, pues el problema y la solución están cantados), llegué a la conclusión de que LOS JÓVENES NO LEEN PORQUE NO LES GUSTA.

Normal. A mí, por ponerte un ejemplo, en primaria no me obligaban a leer. Nada.

En secundaria, me obligaron a leer clásicos: Lazarillo de Tormes, La Celestina, Drácula,... Eso, sin ser un aficionado lector, es un aburrimiento capaz de matar a cualquiera. Menos mal que ya desde los doce años me picó la curiosidad y cogí un libro que tenía buena pinta, y ya me aficioné.

Por eso soy capaz de leerme clásicos.
Por eso soy capaz de entender lo que dice una frase junto a otra.
Por eso soy capaz de extraer el significado de una palabra basándome en su contexto.
Por eso soy capaz de entender una ironía o una pregunta retórica.
Por eso soy capaz de imaginar.

Me río de las adaptaciones cinematográficas de un best-seller. Porque nunca, jamás, un vídeo podrá superar o estar a la altura de cómo yo valoro el libro en el que está inspirado. Mientras que otros, aplauden el buen trabajo y el buen talento, ignorantes de la versión mejorada de la película que se están perdiendo.

Y ante este embrollo, esta contradicción, mis amigas lectoras y yo vamos a poner nuestro granito de arena. Si nosotras, que no superamos los veintiún años, somos capaces de leer libros, tanto clásicos como modernos, comprenderlos y disfrutarlos... ¿por qué los demás no?

Nadie es lector hasta que no lee lo que le gusta. El truco está en hacer que lo que leas te guste.

1 comentario:

  1. Sin palabras me has dejado. Casi lloro. Hay esperanza en nuestra especie. Sigue así Enara.

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